La crisis climática y la agresión a Ucrania han confirmado la urgencia de un cambio de paradigma: Europa debe acelerar la transición energética. Hoy son los gaseoductos de Rusia pero mañana la amenaza puede ser otra. Las energías limpias han dejado de ser una apuesta de futuro para convertirse en la mejor vía hacia la autonomía y el bienestar de nuestras sociedades. No hay retorno. Es necesario y obligado hacerlo.
Europa tiene que conquistar su futuro desprendiéndose del lastre de las decisiones de terceros. Vivimos tiempos decisivos. Las acciones que tomemos en los próximos meses y años marcarán el devenir de las próximas décadas… Quizás, del próximo siglo.
Las claves para conseguir el futuro energético verde son la simplificación de la burocracia y una regulación estable, predecible. Tenemos el tejido empresarial necesario, en particular en el País Vasco, y contamos con recursos naturales inigualables. Hay que sacarles partido. Por cada empleo directo que generan las energías limpias se crean otros diez.
Necesitamos una apuesta decidida de nuestros gobiernos, liderados por la Comisión Europea, para crear las condiciones regulatorias apropiadas. Es momento de pasar a la acción. Apostar por una ‘fiscalidad verde’ con la que se incentive la inversión en energías limpias y se penalice a quien contamina.
Los planes de la Comisión Europea a partir del Pacto Verde Europeo y el paquete Repower EU son los adecuados. Invertir más en electrificación es crear industrias de futuro en Europa y, sobre todo, asegurar la energía autóctona, limpia y competitiva para todos. La reindustrialización de Euskadi, de España y de Europa será con electricidad renovable o no será. Demos el paso.